En un reciente estudio realizado por el Boletín económico del Banco de España –del que he tenido conocimiento gracias al Prof. Eduardo Rojo– se vuelve a sacar de paseo la idea de que gracias a la flexibilidad salarial se consigue una reducción del desempleo. De hecho, el informe termina sus conclusiones diciendo que: “Después de las reformas laborales dirigidas a flexibilizar la regulación de la negociación colectiva (…) cabe esperar que en el futuro el ajuste ante eventuales disminuciones inesperadas de la demanda de trabajo se realice en mayor medida mediante cambios de salario, en lugar de a través de fuertes pérdidas de empleo”.
En definitiva, el informe viene a aplaudir la reforma en la negociación colectiva realizadas por el Gobierno del PP, basadas en la idea de que una aumento de la flexibilidad salarial –y de la negociación colectiva- implicará que las empresas van a reducir costes vía disminución de salarios y no vía despidos.
Desgraciadamente, esta teoría parte de una presunción que no se da en la realidad. Para que un aumento de la flexibilidad salarial implique una reducción de despidos es necesario que el empresario sea indiferente entre reducir costes vía salario o vía despidos. Sin embargo, la realidad es que Ceteris paribus el empresario preferirá despedir. Las razones que explican esta preferencia son las cuatro siguientes (SHAPIRO, C. y STIGLITZ J.E).
- La primera es que una reducción del salario puede provocar una disminución en la productividad del trabajador. El salario tiene un efecto motivador importante en el trabajador por lo que una reducción de éste puede reducir el esfuerzo del trabajador. Además, una reducción de salarios puede hacer que la empresa pierda los trabajadores más productivos en busca de otras empresas que les paguen más, quedándose ésta con los menos productivos.
- La segunda razón es que la empresa con los despidos puede deshacerse de los trabajadores menos productivos consiguiendo con ello un doble efecto. El primero es dejar de pagar a los trabajadores menos productivos en el futuro, cuando ya haya acabado la crisis económica. El segundo es que el aumento del desempleo o los despidos en la empresa provocan un efecto motivador en los trabajadores que permanecen en la empresa. Estos trabajadores por miedo a ser despedidos se esforzarán más.
- La tercera razón es que los despidos en la empresa y el aumento del desempleo reduce el poder negociador de los trabajadores por lo que tras los despidos el empresario podrá con más facilidad modificar a peor otras condiciones laborales de los trabajadores. Es decir, en una primera fase se despido y en una segunda fase ya se reduce el salario.
- La cuarta razón es que, a mi entender, durante la época de crisis el empresario reduce sus ventas y las expectativas de venta, por lo que necesita producir menos. Esto hace que el empresario necesite menos trabajadores y, por tanto, proceda a despedir, con independencia de cuáles sean los costes laborales. Es decir, según este razonamiento, la única razón para despedir a los trabajadores no está en que supongan un exceso en los costes que el empresario no puede afrontar, sino simplemente que no requiere -durante una crisis económica- tanta fuerza laboral y, por ello, procede al despido de los trabajadores que no necesita. Aceptando este razonamiento, la disminución de los salarios no hará que el empresario requiera más trabajadores, por lo que a pesar de la disminución de salarios seguirá despidiendo a los trabajadores que no necesita. El caso paradigmático en España es el sector de la construcción, donde por más flexibilidad interna que exista, al paralizar todas las obras de construcción al empresario no le queda más remedio que reducir plantilla.
Queda claro, pues, que a menos que el empresario tenga otros motivos diferentes, éste a la hora de reducir costes en la mano de obra preferirá hacerlo a través de despidos que a través de reducciones salariales.
Por esta razón, la flexibilidad salarial -en el mejor de los casos- será razón necesaria pero no suficiente para reducir los despidos. Junto con ello, será imprescindible una desincentivación del despido entendida como un aumento de los costes del despido para empresario. De esta forma, el empresario quien es el que según la legalidad vigente debe tomar la decisión –entre despedir y reducir salarios- elija la opción menos traumática para la sociedad.